Me gusta el tatuaje que tiene en la lengua esa encantadora pecadora: me gustan las mujeres que piensan en mí y que se tatúan en una de las partes donde más suelen soltarse los susurros pecaminosos: la lengua. Y con todo un arte representando a mi persona y a mi casa, el infierno. Una boca digna de besar como un caramelo, y una lengua presta a ser lamida como si fuera un dulce. ¡Muchísimas gracias a la dulce pecadora, por acordarte tanto de mí, y además manifestarlo!. Te quiero, y mereces que te folle de un modo especial, con el que llenarte la boca y el maravilloso tatuaje con toda mi abundante y sabrosa leche. ¡Te follaré, preciosa, no lo dudes!, ¡y te dará un placer tan intenso, que nunca te olvidarás de mí!. Gracias, nuevamente.
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