El blog de un pobre diablo. ES MEJOR UN DIABLO CORTÉS, QUE UN SANTO GROSERO.¿Que es la vida? en principio una gota de semen, al final un montón de cenizas quemadas en el infierno. Por eso lo mejor de la vida es follar y disfrutar despreocupadamente de todos cuantos placeres pueda ofrecerte.
domingo, 25 de septiembre de 2011
EL DIABLO Y LOS DEMONIOS
El Diablo y los demonios eran ángeles que vivían en la presencia del Altísimo. Dios creó a Satanás para la
gloria, pero hizo una libre elección hacia el mal. San Agustín (354-430), decía que “el Diablo estuvo en la
verdad, pero no perseveró. Su defecto no estuvo en su naturaleza sino en su voluntad” (42). Su caída se
debió a tres razones:
1. Su propio orgullo, cuando se quiso igualar a Dios. Al respecto, escribía el profeta Ezequiel: “Tu belleza
te llenó de orgullo, tu esplendor echó a perder tu sabiduría” (28,17). La misma opinión tiene San Pablo
(1Timoteo 3,6).
2. La envidia y los celos que sitió cuando el Creador decidió hacer al hombre a su “imagen y semejanza”
(Sabiduría 2,23-24).
Una vez el Diablo cayó en su falta, persuadió a otros ángeles a seguirlo. Según la Biblia fue una tercera
parte de ellos (Apocalipsis 12,4; Daniel 8,10). San Macario (290-347), afirmaba que los ángeles rebeldes
“son tan numerosos como las abejas”; y San Atanasio, patriarca de Alejandría (295-373), hablaba que el
espacio está repleto de demonios(43). Desde entonces no hubo lugar para estos espíritus del mal en el
cielo (Apocalipsis 12,8); teniendo como morada dos lugares:
1. El infierno o gehenna (en griego): Donde el fuego nunca se apaga (Mateo 5,22; 13,49-50; Marcos
9,43-48); llamado también como el abismo (Lucas 8,31; Apocalipsis 11,7; 17,8; 20,1-3); horno de fuego
(Mateo 13,42); lugar de tormento (Lucas 16,28) y de tinieblas (Mateo 8,12). Porque “Dios no perdonó a
los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas; encadenados y guardados
para el juicio” (2Pedro 2,4; véase también Judas 6 ). Desde allí el “reino de los cielos” y el “reino del
averno” tienen varias diferencias: del primero es luz, bien, amor, felicidad y sabiduría; del segundo,
oscuridad, mal, odio, amargura y confusión.
2. Satanás y sus ángeles fueron lanzados a la tierra (Apocalipsis 12,9). Por eso, Jesús lo llama como
“príncipe de este mundo” (Juan 14,30; 16,11); para San Pablo es “el dios de este mundo” (2Corintios
4,4); que junto con los espíritus del mal habitan en el aire (Efesios 2,2) o en el cielo (Efesios 6,12). Todo
el mundo yace en poder del Maligno (1Juan 5,19); no porque lo haya creado, sino porque está lleno de
pecado y pecadores (Génesis 6,5-6.11-12; 7,1; 8,21; Eclesiastés 4, 1-3); el mundo viene de Dios, y lo
mundano del Diablo (1Juan 2,16). Incluso, en el libro de las Revelaciones la ciudad de “Babilonia” la
grande (equivalente a la Roma imperial), era considerada como “vivienda de demonios, guarida de toda
clase de espíritus impuros” (18,2). Del mismo modo, antiguas tradiciones talmúdicas de los hebreos, se
nombra a Azazel “el demonio del desierto”; en recuerdo del macho cabrío que los israelitas enviaban cada
año a este lugar, para expiar las faltas del pueblo de Dios (Levítico 16, 5-10). En tiempos de Jesucristo
como los judíos ya no vivían en el desierto, despeñaban el animal por un barranco distante unos 20
kilómetros de Jerusalén. El desierto es el lugar de descanso de los “espíritus impuros” (Mateo 12,43;
Isaías 34,14); el arcángel San Rafael encadenó al demonio en la parte más lejana de Egipto (Tobías 8,3).
Siendo este el mismo escenario en que el Mesías resistió después de cuarenta días de ayuno, las tres
tentaciones del Diablo (Mateo 4,1-11).
En los primeros siglos del cristianismo (III-V), los monjes ermitaños se retiraron a las áridas arenas del
desierto de Egipto y el Asia Menor; esperando vencer física y espiritualmente a los ejércitos infernales; por
medio de una vida ascética que incluía la oración, la meditación de las Escrituras, el ayuno, la penitencia,
la soledad y el trabajo manual. A ellos se les daba el título de “guerreros contra el Diablo”. Uno de los más
importantes fue San Antonio (251-356), patriarca de los cenobitas, de él cuenta San Atanasio que Lucifer
llegó a dedicarle una verdadera galería de pinturas impuras, que el santo monje borró con agua bendita.
Por otra parte, los padres de la iglesia identificaron en los textos bíblicos que Lucifer, el Dragón, el rey de
Tiro y el Diablo; son todos ellos el mismo Satanás(44). Sin embargo, cada uno presenta características
especiales:
1. La Trinidad Satánica: Conformada por el anti- Padre (el dragón- Diablo); el anti- Hijo (el Monstruo- la
Bestia); y el anti- Espíritu Santo (el Falso Profeta).(Apocalipsis 16,13; 20,10).
2. Lucifer (Luzbel): Su nombre significa “estrella de la mañana” o “portador de la luz”. Era el más bello,
sabio y poderoso de los ángeles; su caída fue como un “lucero al amanecer” (Isaías 14,12-15), “se le dio
las llaves del pozo del abismo” (Apocalipsis 9,1).
3. Diablo: del griego “diabolos”, en hebreo “satán”, equivalente a “contradictor”, “obstructor”,
“calumniador” o “detractor”. Taciano, discípulo de San Justino (s. II),decía que “el Diablo es el primogénito
de los demonios, y jefe principal. Su posición solo significa que el fue el primero en pecar, y convertirse en
ángel caído” (45). Es el Dragón que peleó con sus ángeles contra San Miguel (Apocalipsis 12,7); la palabra
Dragón, simboliza un animal de gran tamaño, terrible crueldad y espantosa forma. es también “la
serpiente antigua” (Apocalipsis 12,9; 20,2); la misma que tentó a la primera mujer en el paraíso (Génesis
3,1.5; 2Corintios 11,3), y a todo el mundo (Apocalipsis 12,9). Es además, el “ángel acusador” que sube
hasta la presencia de Dios, para pedir permiso de poner a prueba a Job (1,6-12; 2,1-6). El profeta
Zacarías ve en una visión a Josué, el sumo sacerdote; en presencia del ángel del Señor y el ángel
acusador (3,1); igualmente, es el acusador de todos los hombres (Apocalipsis 12,10). Satanás es el
causante del sufrimiento (2Corintios 12,7), la enfermedad (Job 2,7), la maldad (1Samuel 18,10), la
muerte (Romanos 5,12); siembra la cizaña (Mateo 13,25.39), persigue a los cristianos (Apocalipsis 2,10),
opositor de Cristo (1Juan 2,22). “Homicida desde el principio y padre de la mentira” (Juan 8,44); es el
“maligno” (Mateo 13,19); el “enemigo” (Lucas 10,19); el “tentador” (Mateo 4,3); el “engañador”
(Apocalipsis 12,9). Algunos otros nombres que le dieron los Padres de la Iglesia; son: Ladrón, tirano, el
exterminador, corrompido, maldito, apóstata, el Malo. San Ireneo (s. III) lo llama “ángel rebelde”, y
Tertuliano (160-230) “el mono de Dios” (46).
Otros ángeles caídos mencionados en la Biblia, Son:
Abadón (hebreo) o Apolión (griego): Que quiere decir “destructor” o “ruina”; es considerado “El jefe de las
langostas. Que es el ángel del abismo” (Apocalipsis 9,11).
Asmodeo: Demonio de la maldad y la muerte. Es el espíritu maligno que mató a siete maridos a Sara
(Tobías 3,8); y que fue encadenado en el desierto por San Rafael.
Beelzebú: “Señor de las moscas”, llamado el “príncipe de los demonios” (Mateo 10,25). Los Fariseos
acusaban a Jesús de recibir poder de este espíritu del infierno (mateo 12,24; Juan 8,48-49.52).
Belial: El “inútil” o el “impío” en hebreo. En los manuscritos del mar muerto, aparece como uno de los
nombres del demonio que utilizó San Pablo (2Corintios 6,15).
Demonio: Del griego “daimon” significa en plural “espíritus impuros” (Apocalipsis 18,2), son “malignas
fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro”
(Efesios 6,12). Pueden llegar a ser “legión”; es decir, “muchos” (Marcos 5,9).
Leviatán: Palabra hebrea que traduce “animal solapado”, representado en la Biblia en forma de serpiente,
cocodrilo, bestia marina o dragón del abismo (Isaías 27,1). La destrucción de Leviatán por Dios, simboliza
la derrota definitiva de los enemigos de Israel.
En el Nuevo Testamento, el “Diablo” aparece siempre asociado al pecado (1Juan 3,8). Ya desde la caída de
Adán y Eva, los seres humanos tienen la libertad de escoger entre el bien o el mal (Génesis 3,22; Santiago
1,13); desde entonces estamos sometidos a continuas pruebas (1Corintios 10,13; Santiago 1,12); que
podemos hacerle frente mediante la oración (Mateo 26,41), y la confianza en Dios (Romanos 8,31). Por
eso, no hay que darle oportunidad al Diablo (Efesios 4,27), pues hay una continua batalla entre los hijos
de la luz, y los hijos de las tinieblas (1Juan 3, 9-10; Colosenses 1,12-13), hasta el día del Armagedón
(Apocalipsis 16,16). San Agustín enseñaba que “el que se aparta de Cristo, es presa fácil del demonio”
(Compara con 2Timoteo 2,26)(47); como ocurrió con Judas el “traidor” (Lucas 22,3; Juan 13, 2-4.27), y
con Ananías (Hechos 5,3).No puede haber ninguna relación entre “Cristo y el demonio” (2Corintios 6,15);
ni “beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden sentarse a la mesa del
Señor, y a la vez, a la mesa de los demonios” (1Corintios 10,21).
“El Hijo de Dios se ha manifestado para deshacer la obra del diablo” (1Juan 3,8; 4,4). Satanás no puede
impedir la edificación del reino de Dios en la tierra, porque “será expulsado el que manda en este mundo”
(Juan 12,31). Los demonios saben que hay un Dios y tiemblan de miedo (Santiago 2,19); además, Cristo
Jesús “a los espíritus impuros da órdenes, y le obedecen” (Marcos 1,27). Ellos reconocen que es “el Santo
de Dios” (Marcos 1,24), el “Hijo del Dios altísimo” (Marcos 5,7). Incluso, el Señor “expulsó a muchos
demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque ellos le conocían” (Marcos 1,34).La
liberación de espíritus malos por el Hijo del hombre, era una prueba de que el reino de Dios, había llegado
(Mateo 12,28; Marcos 3,26). Jesús anduvo en la tierra “haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían
bajo el poder del diablo” (Hechos 10,38); en su ministerio terrenal realizó muchas liberaciones, como a un
hombre que tenía un espíritu impuro en la sinagoga de Capernaum (Marcos 1,21-26); al endemoniado de
Gerasa (Marcos 5,1-13); a la hija de una mujer de cananea (Mateo 15,21-28); a María Magdalena a la que
le expulsó siete demonios (Marcos 16,9); a un muchacho por pedido de su padre (Mateo 17,14-19); y a
muchos otros endemoniados (Marcos 1,32.39; Lucas 6,18; 7,21;13,32). Además curó a otras personas
que tenían incapacidades físicas atribuidas al Maligno (Mateo 12,22; Marcos 9,25); y de diferentes males,
enfermedades y dolores (Mateo 4,24; 9,32; Marcos 1,26). El Señor Jesús le confiere este poder a los
apóstoles y discípulos (Mateo 10,1.8; Marcos 6,7.12-13; Hechos 5,16; 8,6-7), para que lo hagan en su
nombre (Lucas 10,17); también fue hecho por uno que no pertenecía al grupo de los doce (Marcos 9,38-
39); y por el apóstol Pablo (Hechos 16,16-18). Esta será una de las señales dadas a los que creen (Marcos
16,17); pero a los que no seguían sus mandatos, no tenía efecto (Hechos 19, 13-15).
La Iglesia Católica define el rito del “exorcismo”, como la acción de sacar a los malos espíritus introducidos
en una persona (posesión diabólica), y llenar ese vacío con las gracias del Espíritu Santo (Gálatas 5,22-23;
Romanos 8,14). Los Santos Padres de la Iglesia como San Justino mártir (s. II), Tertuliano (s. III),
Orígenes (185-254), y San Cipriano (210-258), practicaban la liberación de endemoniados, además
enseñaban que cada cristiano era un exorcista(48). Posteriormente, el Papa Cornelio hacia el año 251,
creo una categoría de individuos con este poder carismático (1Corintios 12,4); que fue concedido después
para los sacerdotes y los diáconos con la autorización del obispo. Hoy en día la Santa Sede a autorizado un
nuevo “ritual exorcista”, este sacramental (signo sagrado), sólo se puede efectuar después de haber
agotado todos los recursos de la medicina moderna, la siquiatría, y el campo de la parapsicología.
Expertos en el tema como fue monseñor Corrado Balducci, exorcista oficial del Vaticano, y el Padre Gabriel
Amorth, fundador y presidente honorífico de la asociación internacional de exorcistas; están de acuerdo en
reconocer que solamente dos o tres casos de 100, son verdaderas posesiones satánicas.(49)
Las mejores armas contra las fuerzas del infierno son: El sacramento del bautismo, que nos incorpora al
cuerpo místico de Cristo, y nos protege contra el Diablo; al igual que la confesión y la eucaristía. La
oración del Padre Nuestro, cuando Cristo nos invita a repetir: “No nos expongas a la tentación, sino
líbranos del maligno” (Mateo 6,13). Los exorcistas tienen que recurrir a la fe en Jesús (Mateo 17,19-20), la
plegaria (y el ayuno) (Marcos 9,29). Otros sacramentales utilizados son el agua bendita, la sal y el santo
óleo; crucifijos, reliquias de santos, la oración de los salmos. El creyente puede recurrir a devociones
particulares como el rezo del rosario, el vía crucis, cargar el escapulario o la medalla milagrosa; o pedir la
intercesión de San Miguel arcángel y de la Bienaventurada Virgen María. Sobre el particular, se sabe de
una aparición a San Hugo de Cluny, en el año 1060, donde ella se presenta como la “vencedora de
Satanás”.(50)
Por otra parte, en las diferentes civilizaciones del Oriente, y en las culturas y religiones ancestrales, se
encuentran dioses del mal, espíritus malignos, guardianes del infierno, príncipes de las regiones
subterráneas o señores de la muerte; como fueron Seth y Anobis en Egipto, Tiamat en Babilonia, Pazazú
en la antigua Mesopotamia, Tifón para los griegos, Loki en los pueblos germanos y escandinavos; en
Camboya, Birmania, Siam, Indonesia y Japón se menciona a Yama, en Siberia o Mongolia lo llaman Erlik,
es también Arimám en el Zoroastrismo; Shiva y Kali en el Hinduismo; Aka-oni y ao-oni en el Budismo. Los
escritores bíblicos identificaron a Baal, dios de Fenicia y Caldea; y Zeús (para los griegos) o Júpiter (para
los romanos), como verdaderos ídolos del demonio (1Corintios 10,20; 2Corintios 6,16; Apocalipsis 9,20).
Para los musulmanes es Eblis, el diablo que Mahoma sacó del Talmud judío a las páginas del Corán. En el
día de juicio final; será aniquilado por el triunfo del Islam, y proclamado por el profeta Jesús. Corriente
heréticas condenadas por la Iglesia Romana como los Gnósticos, Maniqueos, Priscilianos, Cátaros y
Bogomilos; limitaban el poder del Altísimo por el del Diablo, hasta hacer de él un dios.
Sobre el aspecto físico del Demonio se conservan antiquísimos dibujos, estatuillas de bronce, pinturas
rupestres, mascaras y descripciones legendarias; en todas ellas hay aspectos según la imaginación
popular que lo presentan como una figura de tamaño pequeña, cuernos, cabellos largos y enredados, la
cara llena de arrugas, dientes filosos y lengua bífera, barba de chivo, cuerpo cubierto de escamas o
víboras, enorme giba, cojo, pezuñas, larga cola y alas de murciélago. Otras veces su aspecto puede ser
real, como los encuentros que vivieron los padres del desierto como San Antonio Abad, que fue seducido
por Lilith (demonio en forma de mujer para los judíos), que recibe también el nombre de súcubo; a su
discípulo San Hilario (s. IV), lo rodearon un círculo de mujeres desnudas, igual tentación tuvo San Hipólito
(s. III); San Pacomio vio el Diablo como una doncella de raza negra; el santo expulsó a la diablesa de un
golpe de su mano, después, el hedor quedó impregnado durante dos años. San Macario fue hostigado por
una chusma de demonios negros. A otros como San Nicolás de Mira (s. IV), se le apareció en su
monasterio un “ángel luminoso” pero con una gran cola (comparar con 2Corintios 11,14); a Rufino, amigo
de San Jerónimo (s. IV); llegó a visitarlo con el aspecto de Jesús; a San Martín de Tours (315-397); en
forma de monaguillo burlón mientras oficiaba la misa; a San Benito (480-547) como un mirlo negro; a
Santa Viridiana (1182-1242), como dos serpientes que la mortificaron mucho los últimos años de su vida;
Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), observó a un gato con un penetrante olor a azufre; a martín
Lutero (1483-1546), padre de la reforma protestante, toda su vida fue acosado por el Diablo, así cuando
leía la Biblia se le aparecía en forma de mosca, otras veces como un cerdo o jabalí negro; a Santa Rosa de
Lima (1586-1617); el demonio apareció como un perro sarnoso que amenazaba con atacarla, o como un
galán seductor; a San Juan María Vianney (1785-18859), el célebre “cura de Ars” sufría continuamente los
ataques como un perro negro que el llamaba el “zarpas”; San Juan Bosco (1815-1888) describió al
demonio en un sueño como un furioso elefante; a Santa Gemma Galgani (1878-1903), asumía el aspecto
de perro, gato, de mico negro, de pequeños monstruos, de personas conocidas como su confesor, de
hombres feroces, como Cristo flagelante, con el corazón abierto todo ensangrentado; o como ángel
guardián, que al ser descubierto desaparecía en una gran llamarada dejando en el suelo un montón de
cenizas. Otras apariencias mencionadas son: León, leopardo, oso, caballo, toro, camello, lobo, zorro,
cuervo, pavo real y escorpión.
Estas visiones demoníacas iban acompañadas de temblores, ruidos, alucinaciones aterradoras, gritos,
blasfemias, obscenidades, tentaciones de todo tipo, a veces cantando salmos, recitando versículos de las
Escrituras o diciendo pequeñas verdades, antes de proferir una gran mentira (1Corintios 12,10).
Incluyendo ataques físicos (Marcos 9,22; Lucas 22,31; 1Pedro 5,8); como a los ya mencionados San
Antonio, a quien un grupo de espíritus malignos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente; a San Hilario, el
Diablo saltó sobre sus espaldas para azotarlo; al santo cura de Ars, lo arrojaba de la cama, le soplaba en
la cara, o le tiraba toda clase de cosas; a Santa Gemma Galgani, la dejaba medio muerta en el suelo, con
el rostro hinchado y los huesos dislocados; mientras que San Pío (1887-1968), el fraile estigmatizado, fue
víctima de violentas golpizas en su celda del convento de Pietrelcina.
A través de los tiempos ha existido la falsa adoración al príncipe del mal; en Europa en la edad media se
les llamaba “luciferinos”; en los siglos XVI al XVIII, los brujos y las brujas se reunían en la noche en una
celebración llamada “Aquelarre o Sabbath”; su punto de encuentro eran los cruces de caminos, los
bosques, campos de cultivos o iglesias abandonadas; las reuniones estaban acompañadas de música,
cantos y bailes en honor del Demonio; banquetes, orgías, pisoteaban la cruz, se postraban a los ídolos. Se
decía que el Diablo se hacía presente en forma de macho cabrío; y en señal de sumisión le besaban el
trasero, o las brujas llegaban a tener dolorosas relaciones sexuales con él (incubo). Otras acusaciones que
el tribunal del santo oficio y la inquisición formulaban contra las brujas eran: La práctica de la hechicería,
la magia negra, los maleficios, el mal de ojo, la adivinación, los encantamientos, la fabricación de pócimas
y amuletos, la metamorfosis en animales, los vuelos nocturnos, el pacto con Satanás, el envenenamiento
de los ríos, la destrucción de las cosechas, o una sequía prolongada.
En el siglo XVIII empezaron a surgir los cultos satánicos en el viejo continente; uno de los pioneros fue
Aleister Crowley (1875-1947), el mismo se auto- denominó como “la gran bestia” o el “666” del libro de
las revelaciones (13,18).(51) En el siglo XX, Anton La Vey (1930-1997), conocido como el “papa negro”,
funda en 1966 la primera iglesia satánica llamada “la casa negra”, en San Francisco (California). Es
además el autor de la “biblia negra” y un libro sobre “rituales satánicos”; para la celebración de la misa
negra, que contiene muchos elementos de la liturgia católica, pero a la inversa. En Francia se funda la
Wicca (órden internacional de los brujos luciferinos), también la ciudad de Turín (Italia), es considerada la
capital mundial del satanismo. Ya entre los jóvenes se ha multiplicado las sectas satánicas, que escuchan
la música de heavy metal de Alice Cooper, Ozzy Ousbore, Marilyn Manson, Kizz (sigla en inglés que
significa: Reyes Al Servicio de Satanás), Black Sabbath (sábado Negro), AC-DC (Anti- Cristo- Muerte de
Cristo). Algunos ex miembros de estas sectas han confesado que los bautismos se hacen con orines de
cabra, sacrifican bebés sin bautizar, o animales como perros, gatos y gallinas; destrucción de lápidas en
los cementerios, crucifijos o descabezamientos de imágenes de la Virgen; hacen orgías bisexuales o tienen
relaciones sexuales con los muertos (necrofilia) bajo el efecto de la droga y el licor, actos sacrílegos como
la profanación de la hostia consagrada, el robo de cálices, cupones y custodias en los templos, a veces el
asesinato de sacerdotes y el suicidio en homenaje de Satanás.
Para muchos pastores fundamentalistas, este panorama actual son el presagio del advenimiento del
reinado del “anti- Cristo”. No obstante, en Las Sagradas Escrituras este apelativo no hace referencia a un
personaje en particular; sino a todo aquel que se opone a Dios y su religión (1Juan 2,18; 4,3; 2Juan 7).
En la historia universal ha habido muchos “anti- Cristo” que se han destacado por sus crímenes contra la
humanidad (Salmo 7,14-16); como: Calígula, Nerón, Atila, Napoleón, Hitler, Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot,
Saddam Hussein, Osama Bin Laden entre muchos otros. Para San Pablo, el “hombre malvado” que se hace
pasar por Dios, está por venir (2Tesalonisenses 2,3-4); “llegará con mucho poder, y con señales y
milagros” (19); con la sabiduría “del diablo mismo” (Santiago 3,15). Porque “el espíritu dice claramente
que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, siguiendo a espíritus engañadores y enseñanzas
que vienen de los demonios” (1Timoteo 4,1). Sea que este “hombre malvado” ya halla llegado o esté por
venir (o es un simbolismo); lo cierto es que el Diablo sabiendo que le queda poco tiempo, ha bajado a al
tierra lleno de furor (Apocalipsis 12,12). En una revelación particular, la Virgen de Medjugorje, dice que
“Satán se ha desatado” (52). Sin embargo, el vencimiento del maligno es triple:
1. Cuando por castigo de su primer pecado, cayó del cielo como un rayo (Lucas 10,18).
2. Su férreo dominio del mundo, es quebrantado por la muerte redentora de Cristo en la cruz;
derrotando al Diablo que tenía poder para matar (Hebreos 2,14). Jesús ha vencido al mundo (Juan 16,33);
ante su nombre se dobla toda rodilla de los ángeles, los hombres, y los demonios (Filipenses 2,10).
3. “El Dios de la paz aplastará pronto a Satanás” (Romanos 16,20), y al “hombre malvado” “el Señor
Jesús matará con su boca y destruirá cuando regrese en todo su esplendor” (2Tesalonisenses 2,8); en
compañía de “miles y miles de sus ángeles” (Judas 14), entonces serán juzgados los demonios y los
impíos (Isaías 24,21-22; Mateo 25,41). Porque “Por medio de Cristo, Dios venció a los seres espirituales
que tienen poder y autoridad, y los humilló públicamente llevándolos como prisioneros en su desfile
victorioso” (Colosenses 2,15).
Os dejo con tres vídeos calientes de peludas:
AFEITÁNDOSE EL COÑO
FOLLADA FRONTALMENTE CON COÑO PELUDO:
LAMIENDO COÑO PELUDO
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